El Día Mundial de la Poesía, fue propuesto en 1998 por la organización Unesco, se celebra cada 21 de marzo con el propósito de consagrar la palabra esencial y la reflexión sobre nuestro tiempo.
Este curso desde nuestro Centro y ya que marzo es también el mes de la mujer hemos querido homenajear a diferentes poetisas andaluzas, y los distintos cursos han recitado poesías.
Las autoras trabajadas han sido las siguientes:
JAEN
Erika Martínez (1979)
El guardapelo de las poetisas.
Para que nunca se les olvide, las poetas llevan colgando del cuello
el guardapelo vacío de las poetisas.
¿Qué hacer con su moño resignado y su croché,
sus juegos sin apuesta y sus remilgos,
con esa manía tan suya de escribir y tirarse de la enagua?
Me prometí quitarles a sus nombres la tachadura,
como quien sabotea un cepo con un palo;
no juzgarlas ni juzgar tampoco a quienes consintieron
la demencia por un equívoco romántico.
Esto último me cuesta mucho.
Confesando que me gustan las isas y los ismos,
y también sin medida lo contrario,
me pregunto cuánto quedará en nosotros de su amor por la nadería.
En inglés isabelino llamaban nothing a lo que ellas tenían entre los muslos.
Carmen Camacho (1976)
Escribir desde un abajo, desde entonces.
Escribir no obstante contra las raíces.
Los estampados curiosos de los vestidos avisan de la lluvia.
Encuentro en mi cuerpo pecas, pestañas, gestos, un colmillo
y otros trozos de una niña.
Me dispongo a sudarte, Sevilla.
A falta de sirenas buenas son las freidurías.
CÓRDOBA
María Sánchez (1989)
Algo así tiene que ser el hogar.
Oír fandangos mientras las ovejas van
tras sus corderos
Rebuscar con los dedos las raíces
Ofrecer a los tubérculos los tobillos
Convertir la voz en ternura
y en presa
Prometerme una y otra vez
que nunca escribiré en vano
un libro con las mismas manchas
Elena Medel (1985)
Escribiré quinientas veces el nombre de mi madre…
Escribiré quinientas veces el nombre de mi madre.
Con un vestido blanco trazaré cada una de sus letras por las
paredes de mi dormitorio, por el suelo del patio del
colegio, por el pasillo de la casa más antigua. Para
recordar mi origen cada vez que yo viva.
En todos los lugares podré besar sus mejillas limpias de
cristal, aunque ella duerma lejos:
sus mejillas cercanas que me dolerán allá donde acaricie
su nombre escrito.
Tantos días, tantas noches habrá de alimentarme
amorosamente con su parábola descalza;
vendrá mi madre a arroparme, mujer de humo, con los ojos
tiritando de suerte,
y en cada sueño mis apellidos dolerán como un cartel de
bienvenida a un hogar diferente.
Sobre mi cabello, rubio como el de mi madre, la corona que
me ciño como hija primogénita de Dinamarca.
Me llamaré Vacía, en honor a mis muertos; miraré cómo
retozan de acrílico las palmas de mis manos, sangrará
mi lengua a disposici6n de mis muertos.
Gritaré quinientas veces el nombre de mi madre para quien
quiera escucharlo, y escribiré que bendigo este medio
corazón en huelga mío, pues no olvido:
nací para llorar la muerte de otros.
SEVILLA
Julia Uceda (1925)
La extraña
La fatiga e'sedersi senza farse notare.
Cesare Pavese: "Il vino triste".
Me levanté sin que se dieran cuenta
y salí sin hacerme notar.
Había estado todo el día
entre ellos, intentando
hacerme oír,
procurando decirles
lo que me habían encargado.
Pero el recado que me dieron
no era preciso. El humo,
la música, el ruido de las risas
y de los besos -estallaban
como las rosas en el aire-,
eran más fuertes que mi voz. Cansada
de mi trabajo inútil,
me levanté,
abrí la puerta
y salí del hermoso lugar.
Desde la calle
miré por la ventana: nadie había
advertido mi ausencia.
Caminé. Volví el rostro:
ninguno me seguía.
Sara Mesa (1976)
La ciudad no responde a mis preguntas.
Me mira con su ojo impasible, despiadado.
Estoy sola entre escombros.
Otra vez estoy sola
y he de empezar de nuevo a levantar mi piedra
con paciencia infinita
como mi condena.
Palabras
A través de tu lengua penetro
en tu azulado mundo,
ineludiblemente soldado a tus palabras
como las pardas hojas del otoño
al discurrir crujiente de los días.
HUELVA
Carmen Ramos Pérez (1968)
6 de diciembre
(A mis padres)
Quiero quemar
todos y cada uno
de los pasos
que di hasta hoy
y llegar
a ese preciso momento
en que me acunaste
entre tus brazos
por primera vez.
Estela Rengel (1987)
Sabes
a arena de verano
escapándose entre los dedos
y a clavar uñas como banderas
en la cima de tu pecho
(me proclamo
a tus espaldas
emperatriz de todos tus huecos).
CÁDIZ
Josefa Parra (1965)
Contagio.
He bebido esta tarde la tristeza de un cuerpo,
su peso, su evidencia,
su impotencia de carne que quisiera ser sueño,
esa mortalidad que lo delata
incluso en el recuerdo.
Me ha contagiado un cuerpo de nieve su dolencia
y ando por tanto exceso
agotada, rendida, con apenas las fuerzas
para arrastrar la piel y la mirada
lejos de su influencia.
Ana Rossetti (1950)
Aclaración
La poesía dice: tú o yo. Pero no habla de ti o de mí.
Dice tú o yo, pero es tú y yo y él y ella
y todos y cada uno nosotros,
pues en cada pronombre hay una suma.Multitud de identidades se comprenden
en la aparente y apaciguadora singularidad.
La poesía dice yo, tú, él, ella…
y a todos y a cada uno de nosotros nos designa
borrando los contornos de las almas.
Todos y cada uno
somos incluidos y explicados.
Todos somos a la vez ella, él, tú y yo.
MÁLAGA
María Victoria Atencia (1931)
Mar
Bajo mi cama estáis, conchas, algas, arenas:
comienza vuestro frío donde acaban mis sábanas.
Rozaría una jábega con descolgar los brazos
y su red tendería del palo de mesana
de este lecho flotante entre ataúd y tina.
Cuando cierro los ojos se me cubren de escamas.
Cuando cierro los ojos, el viento del Estrecho
pone olor de Guinea en la ropa mojada,
pone sal en un cesto de flores y racimos
de uvas verdes y negras encima de mi almohada,
pone hechido el insomnio, y un larguero entonces
me siento con mi sueño a ver pasar el agua.
Beatriz Ros (1984)
Infusión
Lo más terrible de todo
fue empezar
tomándonos un té
(con lo que me gusta)
No sé qué marca
pero siempre ardía
tuve que esperar mucho
hasta poder beberlo
tiempo
para que me dijeses cosas
que solo se pueden tragar
con ayuda de un té
como el que me ponías delante
Ese invierno
bebí té todas las tardes
te vi
todas las tardes
Hacia el verano,
y eso es lo terrible,
me vi comprando tila
en las tiendas que no cierran.
María Zambrano (1904)
Si esta…
Si esta paloma se quema,
no es sólo en la zarza ardiente
sino bebiendo en una fuente
que corre entre la alhucema.
Fuente viva y con amor
que va hacia la noche oscura,
pero nace de la pura
claridad de un ancho frescor
de Misericordia que es llave
del mejor humano
y tierra y sol de su mies.
Y esta paloma en su vuelo
lleva un aire castellano
por lo universal del cielo.
GRANADA
Mariluz Escribano (1935)
Cuando me vaya.
Dejaré un silencio en el recuerdo,
sonidos de una voz que fue muy joven,
y un aroma de sándalo y cipreses
para que no me olvides.
Y ahora, cuando el sol desaparece,
y hay promesa de una noche clara,
las estrellas se esconden
y están muertas de tanta nívea luz.
Dejaré abierta la ventana.
Un gorrión divulgará mi huida,
y un frescor de mañana
anunciará mi marcha,
con trémula voz para llamarte.
Cuando me vaya
perderé las praderas,
los bosques encendidos de noviembre,
el verde del jardín en primavera,
la tenue luz de los planetas,
la sonrisa de un niño,
el calor de un amigo,
lágrimas de dolor por los caminos
que transité tan alta,
la caricia de un perro
que dio fuego a mis manos.
Cuando me vaya
habré perdido tantas cosas,
que creceré en trigal
por no morirme.
Ángeles Mora (Córdoba-Granada)
Contradicciones, pájaros
Las verdades son la única verdad,
esas pequeñas huellas
de nuestra historia.
Si las verdades dijeran la verdad
mentirían.
Aunque las verdades
también mienten con su verdad:
la contradicción,
ese nido de pájaros crujiendo.
Las contradicciones parecen insufribles
en nuestro mundo.
Pero uno intenta
huir de ellas
como los pájaros:
huir quedándose.
ALMERÍA
Aurora Luque (1962)
La muerte al otro lado de la cámara.
Acodada en la barra o la terraza
me miro desde lejos como dicen
que se miran los que han estado muertos:
un fulgor en el vaso
me resume lo helado de los años.
Vértigo de un rodaje discontinuo,
fotogramas vacíos que huyen.
Eso sí,
gastó el maquillador tiempo y pericia.
Desde esta muerte actriz y fingidora,
la vida es un depósito en penumbra
de máscaras usadas hacia dentro.
Eau de parfum
De la infancia, el olor
del musgo en las acequias, del barro, de las moras
y la extrema violencia de aprenderse.
Del mar, la última nota
de la última ola desplegada
antes de regresar y convencernos
de que no habrá sirenas.
De la noche, las leves veladuras
de un perfume italiano
todavía de moda.
De tu cuerpo, el aroma
de libro de aventuras
vuelto a leer; pero también de adelfas
desoladas y ardiendo.
Huele a vida quemada.
Antología de Ana María Romero Yebra
Hormiguita negra
– Hormiguita negra
igual que el carbón.
¿Te has puesto morena
de tomar el sol?
– Pues no, preguntona,
te has equivocado,
que me he puesto negra
de trabajar tanto”.
El gorrión
En la terraza de casa
está parado el gorrión,
calentándose las alas con
un rayito de sol.
Picotea entre los geranios
como queriendo comer.
¡Ay, si le hubiese guardado
las miguitas del mantel!
Don Búho
Don Búho lleva levita
de color gris,
una corbata blanca
y un peluquín.
Don Búho tiene cabeza
de pensador,
y grandes ojos fijos
color de sol.
Ha alquilado una piedra
Junto al molino,
pasa mañana y tarde
medio dormido.
Pero cuando oscurece
ya se desvela
y se pasa la noche
contando estrellas.
El elefante
Por detrás de unas palmeras
se ha escondido el elefante,
pero se le ve la trompa
y la barriga tan grande.
El mono grita: -Te he visto!
¡Te toca otra vez quedarte!
Con gesto muy enfadado
el elefantito sale.
—Me parece que haces trampa.
Siempre me encuentras. No vale.
Lagartija
La lagartija,
broche esmeralda
de la pared,
se queda quieta
bajo el sol tibio.
¡Qué lista es!
El saltamontes
Pequeño, verde y brillante
se confunde con la hierba.
Dos finas agujas de oro
me parecen sus antenas.
Sus bellas alas ocultas
se han quedado polvorientas
y tiene muy fatigadas
sus dos patitas de sierra.
Ha andado un largo camino
a través muchas tierras
y ante el Rey de los Insectos
va a elevar una protesta:
—Quiero cambiarme de nombre
y llamarme saltapiedras.
¿Cómo voy a saltar montes
con el trabajo que cuesta?
Tarde de lluvia
La lluvia suavemente cae en invierno.
Riega los campos de trigo,
chopos y almendros
y no salgo de casa….
¡Qué aburrimiento!
Plim, plim, plim, plim, plim
Se oye en el cristal.
Yo digo: —¿Quién es?
—La lluvia será.
—Pues a ver si paras.
¡Quiero ir a jugar!
Nube
Nube, ¡llévame contigo,
que quiero ser lluvia fresca
sobre los campos de trigo!
Nube, ¡llévame contigo!
¡Me gustaría ser agua
y poder llenar los ríos!
Nube, ¡llévame contigo,
que quiero estar en la fuente
y salpicar a los niños!